Estas galletas de mantequilla de origen escocés, son una perdición de lo ricas que están y si las haces en casa, se convierten en una tentación difícil de resistir.
Tienen un sabor a mantequilla increíble y quedan aún más ricas que cualquiera de las que puedes comprar.
Yo le pongo sal porque le da un toque divino a esta galleta y en casa nos encanta, pero si quieres pon menos o no pongas.
Estas a un paso de preparar una de las galletas más ricas que jamás hayas probado.
Empezamos,
INGREDIENTES (para 7-8 galletas)
- 150 gr de harina todo uso
- 100 gr de mantequilla a temperatura ambiente
- 50 gr de azúcar fina
- ¼ cdta sal (opcional)
En un bol y con el dorso de una cuchara, mezclamos la mantequilla y el azúcar, hasta integrarlo.
Añadimos la harina tamizada junto a la sal y mezclamos primero en el bol y luego pasamos a la mesa y mezclamos hasta integrar perfectamente.
Al principio parece una especie de arena difícil de moldear, pero a medida que vamos uniendo y presionando ligeramente, verás lo sencillo que resulta.
Ponemos la masa sobre una hoja de papel de horno, formamos una bola, aplastamos ligeramente y damos forma rectangular, dejándolas gorditas, de un dedo de grosor aproximadamente.
Yo lo hago dando pequeños toquecitos en el borde de la masa con un el filo de un cuchillo grande y de esta forma aprovecho toda la masa sin tener que volver a dar forma con los recortes que sobran.
Hago cortes en la forma que ves en la foto, para formar las galletas y lo dejo tal cual sin separar los trozos.
Tapamos con papel film y llevamos al frigorífico durante 1 hora, para que la masa quede bien dura y mantenga la forma al hornear.
Sacamos la masa y sin separar las galletas ni tocarlas mucho, hacemos los agujeritos característicos con una brocheta o un pincho.
Llevaremos a horno precalentado a 160°, durante 25 a 30 minutos.
Sacamos las galletas. Seguramente te parecerán que están blandas, pero no te preocupes porque al enfriar quedarán perfectas.
Al sacarlas tienen que estar blancas, sin coger nada de color tostado y no las toques hasta que pierdan el calor.
Cuando estén totalmente frías, estarán listas para disfrutar como un niño.