La receta de hoy, es como tantas muchas, una de mis preferidas. Claro, será porque las no preferidas no os las cuento. Para vosotros solo lo mejor. Las que no me convencen, no salen de casa.
En fin, a lo que vamos, durante una época tuve obsesión con esta receta.
Contaros que en mi última visita a Paris, donde esta sopa esta presente en todas las cartas de ofertas gastronómicas, probé sopas de cebolla en cada rincón que pisábamos, y es que cuando me da por una cosa soy terrible.
Me atraía poderosamente esta receta, que nunca había probado, no se si por la capa de queso gratinado, la presentación tan especial en las cocotte Le Creuset (un lujazo), el degustar un plato con texturas distintas (que para mí, es una debilidad), el que soy sopera de verduras consumada…
En fin, que en cuanto llegue a casa, como suele ocurrirme cuando me enamoro de un plato, seguí probando sopa de cebolla hasta adaptarla a mi gusto (con permiso de los vecinos) y lograr la que hoy os presento.
Mi entusiasmo por ella, sigue creciendo hasta cuando no hace frio, no os digo mas. Ni os cuento, el disfrutar de este plato en los meses mas gélidos. Para mí se convierte en un plato único perfecto.
Empezamos.
INGREDIENTES (3 a 4 raciones)
- 1 litro de caldo de pollo
- 2 cebollas grandecitas
- 2 rebanadas de pan gruesas
- 1 cucharadita de mantequilla
- 4 cucharadas de aceite de oliva
- 4 cucharadas de parmesano rallado
Lo primero que haremos será el caldo. Yo lo hago el día anterior, de esta manera puedo eliminar la grasa que queda en la superficie con facilidad y tener un caldo desengrasado. Normalmente para un caldo de pollo base, utilizo zanahoria, apio, puerro… pero en este caso no quiero aportar mas sabor que el del pollo, así que utilizaremos 3 o 4 carcasas, le quitamos la piel, pasamos por agua y pondremos a cocer con litro y medio de agua en la olla rápida. Primero destapada, hasta que empiece a cocer y suelte las impurezas, que retiraremos con una cuchara. Cuando las hayamos eliminado, tapamos la olla y dejamos durante 30 minutos. Cuando esté listo, colamos el caldo y lo dejamos hasta que baje la temperatura y podamos pasarlo a la nevera hasta el día siguiente. Al día siguiente, se habrá formado una capa de grasa encima, que retiraremos, para dejar el caldo limpio.
Partimos la cebolla en juliana (a rodajas) y la ponemos en una cazuela con la mantequilla y el aceite de oliva a fuego medio-bajo y dando vueltas de vez en cuando, para que no se nos queme. La dejaremos unos 35 a 40 minutos aproximadamente. Añadimos el caldo de pollo caliente reservado y dejamos cocer otra media hora a fuego medio-bajo. Salamos.
Encendemos el horno a 200 grados y aprovechamos el calor mientras coge temperatura. Pondremos las rebanadas sobre papel de horno hasta que tuesten ligeramente. Sacamos con cuidado de no quemarnos y ponemos dentro del recipiente (apto para horno) que hayamos elegido para servir nuestra sopa. Espolvoreamos con el parmesano y llevamos al horno unos minutos, hasta que veamos que el pan dora ligeramente, sin quemarse. Sacamos con muchoooo cuidado y la tomaremos calentita.
Listo.
NOTAS
- Para los que andéis justitos de tiempo podéis utilizar un envase de caldo, pero la verdad es que merece la pena dedicar un poco de tiempo y hacerlo casero.
- Cuando compréis un pollo, que os guarden las carcasas y así las podéis congelar para preparar un caldo, que siempre os vendrá bien para tenerlo preparado y listo en el congelador.
- Yo utilizo un pan que no sea blanco. El integral le da una consistencia especial.
- Puedes añadir mas queso. Utiliza uno que funda bien. En mi caso prefiero poner el parmesano, que le da un sabor mas fuerte con menos cantidad. De esta forma lo hago mas ligero.